Las ventas de vehículos eléctricos (VE) están aumentando en todo el mundo, lo que está llevando a una disminución en las ventas de vehículos a gasolina y diésel. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos sigue proyectando una creciente demanda de petróleo y la industria petrolera está acelerando sus planes de producción. Esto plantea la pregunta de por qué Estados Unidos sigue proyectando un crecimiento en la demanda de petróleo y cuáles serían las consecuencias si esas proyecciones resultaran incorrectas.
Recientemente, la Agencia Internacional de Energía (AIE) predijo un pico global en la demanda de petróleo, gas y carbón para 2030, un salto significativo en comparación con estimaciones anteriores. El director de la AIE atribuyó este cambio a los cambios en las políticas energéticas, el rápido aumento de tecnologías limpias como los VE y el alejamiento de Europa de los combustibles fósiles en respuesta a tensiones geopolíticas. Las Naciones Unidas también destacaron la expansión de los VE como un desarrollo positivo en su evaluación del progreso hacia los objetivos del acuerdo climático de París.
El crecimiento de los VE es crucial porque cada vehículo eléctrico que reemplaza a un vehículo a gasolina o diésel reduce la demanda de petróleo. Los analistas predicen que los VE dominarán las ventas globales de automóviles para 2030, especialmente en China, lo que erosionará aún más la demanda de petróleo. Además, las ventas globales de vehículos de combustión interna ya han disminuido debido al aumento de las ventas de VE y una disminución general en las ventas de vehículos.
A pesar de estas tendencias, la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) y las principales compañías petroleras proyectan un crecimiento continuo en la demanda mundial de petróleo. Es posible que la EIA esté subestimando el potencial de crecimiento de los VE, mientras que la administración de Biden ha tomado medidas para promover la exploración de petróleo y gas junto con incentivos para los VE. Los subsidios gubernamentales a las industrias de combustibles fósiles también persisten en muchos países, creando contradicciones con los objetivos del acuerdo de París.
Esta proyección de crecimiento en la demanda de petróleo por parte del gobierno estadounidense y la industria petrolera refleja el desafío al que se enfrentan las grandes industrias al adaptarse a desarrollos a largo plazo mientras se preservan las ganancias a corto plazo. Las empresas del sector de servicios públicos inicialmente desestimaron la energía renovable hasta que su penetración aumentó. De manera similar, algunas compañías petroleras han realizado compromisos con las energías renovables mientras invierten fuertemente en la exploración de combustibles fósiles. Esta aproximación inconsistente socava los esfuerzos de mitigación del cambio climático y puede dar lugar a activos varados costosos.
En conclusión, mientras las ventas de VE están en aumento y se espera que la demanda mundial de petróleo alcance su punto máximo pronto, el gobierno de Estados Unidos y la industria petrolera siguen proyectando un crecimiento en la demanda de petróleo. Esta contradicción plantea preocupaciones sobre la alineación de los objetivos a corto plazo con los objetivos de sostenibilidad a largo plazo y el potencial de activos varados.
Fuentes:
– Agencia Internacional de Energía (AIE)
– Naciones Unidas
– Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA)